MIGUEL HERNÁNDEZ

 

    

 

 
 BIOGRAFÍA


Miguel Hernández Gilabert

 
 

Miguel Hernández Gilabert (1910-1942), püeta y dramaturgo utodidarta y d'influgio clásico (armiraor e Góngora y Garcilaso), tuvió nacencia n'Origüela n'una familia humirde, e zagal trebajó e pastor, por lo qualo l'amotearían "Er Poeta Pastor", tosiempres allevaba con el angunos llibros e püesía que le distrayiban en sus horas e soleá y allí jué ande comencipió a escrebir sus premieros püemas que le prubicaon en perórdicos y refisas locales.


A los 23 annos prubicó su premier llibro, Perito en Lunas, y con l'ésito que percanzó, s'embocó en Madril ande se daría a conocer y percanzaría la fama, anque n'un premier memento le risurtó mu defícil a'r no encontrar trebajo. Tuvió que riton·nar a Origüela, pa gorver a intentar en 1934 la güerta a Madril, ande sí encontró l'aryúa e los grandes püetas Vicente Alexandre, Federico García Lorca y Pablo Neruda.

Allegá la Guerra Cevil, s'hace miembro d'er Partío Comunista Espannol y s'alista a favor d'er bando ripublicano. En 1937, en plena guerra, se casa con su novia Josefina Manresa, hija d'Origüela y a la quala endedicó munchos e sus püemas d'amor. D'este matrimonio tuvión nacencia dos hijos. Er premiero murió a los dies meses, pero a l'anno deseguío tuvió nacencia su sigundo hijo a'r que le pusió Manuel Miguel. A este hijo jué a'r qu'endedicó sus famosas Nanas de la Cebolla.

A l'arrematar la guerra, en 1939, es detinío quando intentaba escapar en la frontera portuguesa, y es mandao a presillo, acusao d'escrebir püesías contra'r fascismo y es condenao a muerte. La presión e numberosas presonalïás nacionales y chanas hace que se le conmute la pena a 30 annos e presillo. Miguel va e presillo en presillo, ejándose su vía, infermando cá ves mas, y escrebiendo püemas a su mujer y a su hijo, dista qu'en 1941 l'allevan a'r Presillo d'Alicante, ande su malencia le postra n'er catre e l'hespital durante varios meses dista su muerte er 28 e marzo e 1942.

 
 

 OBRA

 

Su obra en murciano es menúa, pero mu sinnalá, y lo qu'es mas, munchos e sus püemas están impren·naos por la llengua que sintió dende zagal en su Origüela natal, y indemas, apaicen parablas y giros murcianos en munchos d'ellos. D'intre sus püemas netamente murcianos destacan Al verla muerta... y ¡En mi barraquica! (El Pueblo de Orihuela, 1930), en los qualos ripresenta la rialïá, la llengua y las valúas más prefundas d'er güertano.

Sigún mentan Sánchez Verdú y Martínez Torres en su Antología (2008: 125), "En su composición Postrer sueño utiliza un lenguaje híbrido propio de la época empleando el castellano como hilo narrativo y el murciano para la parte coloquial de los personajes, en el que vierte todas las características lingüísticas de la Vega Baja, no tanto así en las otras dos composiciones ¡En mi barraquica! y en Al verla muerta... en las que se expresa en un murciano mucho más genérico".

Los püemas e Miguel Hernández qu'hamos descogío, y qu'apaicen e contino, están sacaos d'er llibro:

Hernández, Miguel: Obra completa. Poesía. Tomo 1. Espasa-Calpe. Madrid, 1992.

 
 

 AL VERLA MUERTA...

     

    ¡Probe Juanica! ¡Probe güertana...!
    Por la sendica pal cimenterio la han llevao muerta
    esta mañana...
    ¡Sa queao el cielo sin resplandores, sin luz la güerta...!
    Fue la mocica, noble y bravía...
    ¡Fue la alegría
    de este partío!
    El capullico más campanero que s'abre al día
    y del almendro reflorecío,
    rama pulía.
    Por la sendica se lo llevaron su cuerpo yerto...
    y dinde entonces el claro cielo de luto viste;
    lloran los pájaros adentro del güerto...
    ¡Tuíco está triste!
    El arroyico que se dilata,
    disquía la choza que ella habitara, por tuíco el suelo
    como una cinta e cascabelicos, como un espejo largo de plata,
    cruza mudico, cruza enturbiao porque su cara ya no retrata;
    y las palomas pal cimenterio guían el güelo...
    ¡Ya no más noches en su ventano lleno de luna, lleno de azahares
    a los compases de mi guitarro
    diré cantares!
    ¡Si s'ha marchao quien m'ascuchaba! ¡Pa icir pesares
    el guitarrico ya solo agarro!
    La vide anoche muerta... ¡Qué hermosa!
    En la mesica paecía dormía... Me entró una cosa...,
    una de lloros cuando la vide con la mortaja,
    rodía de cirios, blanquica y maja
    como una rosa...
    Por la sendica se la llevaron esta mañana... Y al verla muerta,
    la palmerica mustió la palma;
    se queó el cielo sin sus colores, sin luz la güerta,
    tristes los pájaros, rota mi alma...

    En la huerta, 6 de febrero de 1930.

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

 ¡EN MI BARRAQUICA!

     

    ¡Siñor amo, por la virgencica,
    ascucha al que ruega!...
    A este huertanico
    de cana caeza,
    a este probe viejo
    que a sus pies se muestra
    ¡y enjamás s'humilló ante denguno
    que de güesos juera!
    ¡Que namá se ha postrao elande Dios
    de la forma esta!
    M'oiga siñor amo.
    M'oiga osté y comprenda
    que no es una hestoria que yo he fabricao
    sino verdaera.
    ¿Por qué siñor amo
    me echa de la tierra,
    de la barraquica ande la luz vide
    por la vez primera?
    ¿Porque no le cumplo? ¿Porque no le pago?
    ¡Por la virgencica, tenga osté pacencia!
    Han venío las güeltas malas, mu remalas.
    ¡Créalo! No han habío cuasi ná e cosechas:
    Me s'heló la naranja del huerto;
    no valió la almendra
    y las crillas del verdeo, el río
    cuando se esbordó, de ellas me dió cuenta
    que las pudrió tuicas: no he recogío
    pa pagar la jüerza!
    ¡Créalo siñor amo! ¡Y si no osté vaya
    a mi barraquica y verá probeza!
    Ella está en derrumbe,
    de agujeros llena,
    por ande entra el sol, por ande entra el frío
    y las lluvias entran.
    ¡Créalo siñor amo! Y también mi esposa
    paece lo suyo y no por enferma,
    que es de ver que sus pequeñujicos
    de pan escasean,
    y lo mesmo en verano que invierno
    desnúas sus carnes las llevan.
    ¡Créalo siñor amo! y ¡aspérese al tiempo
    que cumplirle puea!
    Yo le pagaré tuico lo que debo
    ¡Tenga osté pacencia!
    ¡Ay! no m'eche, no m'eche por Dios
    de la quería tierra,
    que yo quió morirme
    ande yo naciera
    ¡En mi barraquica llena de gujeros,
    de miseria llena!

    En la huerta, 15 de enero de 1930.

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

 POSTRER SUEÑO

     

    Un claro rayo del sol que nace
    de la barraca cruza la puerta
    y pone tonos alegres de oro
    sobre la triste y oscura escena.
    La madre escucha desconsolada
    lo que la hija pálida y yerta
    sobre la pobre cama tendida
    por una fiebre traidora presa,
    los ojos húmedos y alucinantes,
    la voz temblona, dice con pena:
    ¡Maere quería!
    Ven; ven más serca...
    que ni una sola de las palabras
    que he de desirte quiero que pierdas.
    Ven; así; junto a la mía tu cara
    y así mi boca junto a tu oreja...
    ascucha maere:
    cuando yo muera...
    –Aquí la madre lanza un gemido
    en el que toda su alma va envuelta–
    No llores maere por lo que digo...
    ¡No llores prenda!
    ¿Dios no lo quiere
    así...? ¡Pos sea!
    ascucha, ascucha:
    cuando me muera,
    antes de alsarme de la camica
    pa ir a tenderme sobre la mesa,
    saca del arca
    la saya blanca, la toca negra,
    los sapaticos de tersiopelo,
    el pañolico de fina sea...
    ¡tuícas las galas que no me he puesto
    dinde la fiesta...!
    Cuando las saques,
    con tuícas ellas
    me pones, maere, como una novia,
    como una perla,
    como pensaba yo de ponerme
    cuando él golviera...,
    pero me muero
    y él tal vez nunca más aquí güelva...
    –Exhala un hondo suspiro y sigue
    de nuevo, lenta:
    Y luego, maere,
    que esté una rosa temprana hecha,
    déjame ensima de la mesica;
    sal a la güerta;
    coje jasmines y malvarrosas,
    de las que brotan junto a la sequia;
    de los naranjos coje asahares,
    que están sus ramas con abril llenas;
    forma con ellos una corona
    y a mis cabellos señía la dejas...
    Cuando eso hagas
    mis ojos sierra
    pa que me quede como dormía
    por si él tornara aún de la guerra;
    ¡que no sospeche que yo me he muerto
    de esperar verle crusar la senda...!

    Maere, adiós maere... Que ni una sola
    de mis palabras... Ven, ven más serca...
    –Pierden los ojos su brillo intenso;
    baja hasta el pecho la frente tersa;
    entreabre un tanto la exangüe boca
    e inmóvil queda.
    La madre, loca,
    se abraza a ella
    y con sus besos y con sus lágrimas
    la cubre y riega...
    Ahogando luego los mil sollozos
    que en su alma pugnan por salir fuera
    álzase y marcha
    a hacer lo dicho por la hija muerta...
    Extrae del fondo de la vieja arca
    las ricas prendas
    y una tras una del cuerpo frío
    todas las cuelga:
    la saya blanca,
    la toca negra,
    los zapaticos de terciopelo,
    el pañolico de fina seda...
    ¡Todas las galas que no se puso
    la infeliz moza desde la fiesta!
    y una corona sobre su frente
    de malvarrosas y azahares hecha...
    ¡Qué hermosa se halla la huertanica!
    ¡Qué maja y bella...!
    ¡Si no parece que está sin vida!
    ¡Si está lo mismo que si durmiera...!
    Un arrogante y apuesto mozo
    llega sonriente desde la puerta:
    la pobre madre levanta el rostro
    donde hay de llanto recientes huellas
    y al ver al mozo sus ojos abre
    desmesurados, su cuerpo tiembla
    y al grito roto que lanza el mozo
    que ha comprendido la triste escena,
    dice ocultando su dolor negro
    con voz muy queda:
    ¡Chist! ¡Calla! ¡Calla! ¡Que no dispierte!
    ¡Que no dispierte...! ¡Contigo sueña!
     

     

     

     

 

 

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